«Quiero dejar de procrastinar».
«Estoy procrastinando todo el tiempo, ¿tú no?».
«¿Eres procrastinador?».
Hace un par de meses que la palabra «procrastinación» ha llegado a mi mundo. Bueno, mejor dicho, al mundo de mis conocidos. No tenía ni idea de lo que era así que, como de costumbre, indagué su significado, origen, etc. y descubrí datos muy interesantes.
Así que, tanto si eres de los que ya utiliza la palabra «procrastinación» como si hubiese estado en tu léxico desde que naciste como si, al igual que yo, no sabes de que estoy hablando, sigue leyendo.
¿Qué es la procrastinación?
Antes de nada, vamos a fijarnos bien en cómo es escribe procrastinación. ¿Por qué digo esto? Porque he visto varias publicaciones y vídeos de Internet en los que aparece la palabra «procastinación» sin «r». La palabra correcta es PROCRASTINACIÓN.
Pues bien, ¿qué es procrastinar? Procrastinar no es más que aplazar algo por vagancia. Sí, así de simple. No consiste en aplazar una tarea porque no nos haya dado tiempo a comenzarla, o en emplear más tiempo del necesario en desarrollarla. Procrastinar es anteponer tareas menores, pero más placenteras, a otras prioritarias porque en ese momento no te apetece realizarlas.
Ahora es cuando comienzas a darte cuenta de que no sabías qué es la procrastinación pero lo llevas haciendo toda tu vida.
¿Cuál es su origen?
Lo cierto es que, aunque esté de moda desde hace un par de años, podríamos considerar que el origen de la procrastinación se remonta a la aparición de la primer tarea. Y es que se cree que en el Renacimiento ya se preocupaban por buscar soluciones para evitar este mal hábito.
Precisamente, he encontrado un artículo que identifica a unos trece personajes célebres, en un periodo de tiempo comprendido entre el siglo I a.C. y la actualidad, que pueden ser considerados como procrastinadores. Por simplificar, he colocado a algunos de ellos en esta línea del tiempo aunque, si tenéis tiempo, os recomiendo que acudáis a la fuente para obtener más información.

Causas.
¿Por qué procrastinamos? Principalmente, la procrastinación puede deberse a:
Miedo al fracaso. Cuando no estamos seguros de cómo realizar una determinada tarea, y tenemos miedo a que el resultado no sea el esperado, tratamos de evitarla a toda costa. Nuestra forma de actuar es lógica: si esa tarea nunca se lleva a cabo, no fracasaremos. En este caso, utilizamos la procrastinación como un mecanismo de defensa.
Cansancio. No perdáis mucho tiempo tratando de descubrir el porqué ya que, la mayoría de las veces, el cansancio es el origen de la procrastinación. Cuando estamos cansados, preferimos hacer algo que nos entretenga y que nos haga pensar poco. Es así.
Cómo evitarla.
Objetivos con fecha límite. En la entrada «Objetivo: fijar tus propios objetivos» ya hablaba de la importancia de definir objetivos. ¿De qué sirve hacer algo si no vas a obtener nada a cambio? Fíjate unos objetivos y oblígate a cumplirlos en el tiempo fijado. Así no tendrás tiempo para procrastinar. Te animo a que le eches un vistazo a la entrada y te descargues el plan de acción para fijar tus objetivos.
Divide y vencerás. Si eres un procrastinador de pura cepa, te aconsejo que cambies este hábito progresivamente. Los cambios bruscos casi nunca garantizan continuidad temporal. Por tanto, piensa en ese objetivo importante que has de conseguir, divídelo en tareas pequeñas y establece una fecha límite para cada una de ellas. A medida que vayas cumpliendo tus objetivos, puedes autoexigirte más.
Haz que el miedo se convierta en tu mayor aliado. Antes he comentado que el miedo al fracaso es una de las causas de la procrastinación. ¿Y si vemos el miedo como algo positivo? «No estoy preparado para escribir un artículo de calidad para esta revista. Lo voy a hacer mal, todos pensarán que soy un mal escritor y no me van a llamar nunca más». ¿Qué es lo más fácil? No escribir el artículo para evitar las opiniones negativas. Pero, ¿qué pasa si rechazas la oportunidad? ¿y si nunca te atreves a dar el paso? Piénsalo.
Recompénsate. Date un «capricho» cada vez que superes uno de tus objetivos. No hace falta que sea algo caro, y menos aún si uno te de tus objetivos es ahorrar dinero. Una simple quedada con amigos, saltarte la dieta por un día y tomar tu postre favorito… cualquier cosa que te haga feliz.
¿Estás dispuesto a dejar de procrastinar?
¡No olvides suscribirte al blog para recibir un correo electrónico cada vez que publique una entrada!
Además, también puedes seguirme en Redes Sociales (Twitter, Instagram y Facebook) haciendo clic en los iconos que aparecen a pie de página.